yo soy ai

Nanchatte Renai (Cap.1)

Benditas sean las traducciones XD asi es y gracias a Miki IV por su colaboracion por primera vez con el blog, y que mejor que con esta gran historia que nuestra querida Estrea nos compartio, esto es Nanchatte Renai, un fic muy corto la verdad pero muy intenso y humano, realmente tuvo exito en el foro Jphip y sabemos que seguramente les agradara, desde hace unos dias queria traducirlo pero quise terminar los que llevaba y casi caida del cielo llego Miki-chan XD y me ayudo con esta traduccion asi que no dire mas y a leer!!
Clasificasion: R-18



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Nanchatte Renai
Escrito por Estrea
Versión Original en http://forum.jphip.com/index.php?topic=21257.0
Traducido por Miki IV para http://gab98fanfics.blogspot.com/

"Si, así, sonríe. Bien, muy bien, ¡otra por favor!"

Los continuos destellos de una cámara podrían haber cegado a cualquier principiante, pero la persona en cuestión estaba apenas, en todo caso, desconcertada por la atención. Con una practicada mueca ante la cámara, la joven modelo Tanaka Reina presentaba otra imagen perfecta para el fotógrafo, imagen que pronto estaría en la portada de otra revista para adolescentes.

"Otsukare~" Reina hizo un movimiento con la cabeza de forma casual al personal mientras entraba al camerino para cambiar su atuendo por su ropa de calle. No es que fuera mucha la diferencia, ya que su propio estilo era absolutamente como lo que se suponía que tenía que modelar.

Vestida elegantemente, Reina se detuvo brevemente para revisar su maquillaje en el ancho espejo de la habitación, antes de salir a paso seguro.

La combinación de su apariencia y actitud era eléctrica, tanto hombres como mujeres por igual volvían la cabeza, deteniéndose para verla pasar. Reina los ignoraba con usual facilidad. Estaba acostumbrada a la atención, más bien disfrutaba de ella en cierto grado. Añadido a su ya considerable ego, le daba aun más confianza en su propio encanto.

"¡Hey! ¡Tanaka!" Una voz profunda y vagamente familiar la llamó. Ella volteó, tratando de localizar la voz en su memoria, y entonces el rostro quedo a la vista.

Él era lindo en la forma en que un niño bonito podía serlo. Cabello oscuro revuelto, mirada suave, una brillante sonrisa. Al igual que cualquiera de las docenas de actuales y próximos jóvenes modelos de la agencia. Reina algunas veces se preguntaba cómo se las había arreglado para incluso distinguirlos los días que le rondaron cerca.

Él corrió para alcanzarla, con una sonrisa coqueta y pícara en el rostro. Era bien parecido, ella podría darle eso, y definitivamente aprobaba sus estándares en términos de frescura. Sin embargo, por el momento estaba ocupada capturando su nombre mentalmente. A pesar de la brillante sonrisa que dio, eso no la traiciono dando indicios de sus procesos internos de pensamiento.

"Kyohei-kun, me alegro de verte de nuevo. ¿Cómo estás?" Su respuesta fue efusiva, sin dar señales del hecho de que había olvidado su nombre hace unos momentos. La sonrisa del chico se ensanchó al ser reconocido, y se puso a caminar junto a la pequeña Reina.

"Bien, ¿y tú? ¿Estás libre después? Podríamos ir a cenar..." Él la invitó con una mirada en los ojos que Reina creyó reconocer. En su interior, puso los ojos en blanco mientras mentalmente completaba las palabras que no fueron dichas en su frase '...y dirigirnos a la cama después, ¿no?'

En realidad, los hombres podrían ser muy predecibles algunas veces. Reina había tenido su parte correspondiente en el juego de seducción, y sabía bien las reglas del juego. En estas situaciones, ella podía leer a la gente como un libro abierto, y jugar con ellos tan fácilmente como si estuvieran en la palma de su mano.

Kyohei no sería una mala conquista para la noche. Era apuesto, de aspecto fresco y estaba interesado. Reina no estaba buscando compromisos, y él tampoco. Sería la aventura perfecta.

Desafortunadamente, Reina simplemente no estaba de humor para juegos esta noche. Todas las tonterías usuales requeridas para participar en ese juego, eran a lo mucho una rutina para ella, no había ninguna emoción en la perspectiva de ello. De alguna forma, ser capaz de predecir su patrón de juego lo hacía muy aburrido. Y a Reina no le gustaba ser aburrida.

"Lo de la cena suena muy bien..." Poniendo su mejor entusiasmo de niña, lo observó sonreír anticipadamente y entonces completó su frase. "... pero me temo que ya tengo algo para esta noche". La luz se desvaneció de sus ojos, y Reina resistiendo el impulso de sonreír satisfactoriamente, evocó su sonrisa más linda para decir "Lo siento".

“Tal vez en otra ocasión entonces." Por lo menos él sabía cuando había sido rechazado. Reina respetó eso. Su tono tenía la luz suficiente para salvar su dignidad sin hacerlo sonar muy desesperado, y entonces se separaron sin mirar atrás.

Con un suspiro, Reina se quedó indiferente de pie en el vestíbulo, esperando a que el elevador llegue a su piso. Las vueltas predecibles de su vida la impacientaban, e incluso sus actividades clandestinas comenzaban a perder su atractivo en cierta medida.

Claro que el sexo aun era divertido, pero sólo por el momento. En la oscuridad, incluso la respiración de su compañero de cama, por la noche pasaba a ser un ruido junto a ella, quien no podía ni verse a sí misma ni sentir la realidad de su vida. Todo parecía tan...sin sentido. Vacio.

Las manecillas del reloj moviéndose constantemente hacía la derecha, siempre en intervalos precisos, corriendo alrededor de la cara del reloj con una regularidad predecible. Una y otra vez, las mundanas rutinas que componían su vida. Tal como las manecillas se mueven de un punto a otro, ella también saltaba de un encuentro al siguiente, uno muy parecido al otro, excepto por el rostro y el momento.

Impaciente. Así era como se sentía. Una oleada la mantenía en movimiento, siempre hacia adelante, sin mirar atrás. Algo que le impedía acostumbrarse, ese vago impulso que siempre la empujaba a ir más lejos, a seguir adelante. Era más que una obligación, se sentía como un hambre que no podía ser saciada y una sed que no podía ser apagada. Siempre intentando alcanzarlo, y sin embargo, no logrando nada. Pero siempre buscando.

Reina no sabía lo que estaba buscando. No estaba hecha para los pensamientos profundos, ni equipada para apreciar atentamente a su yo interno. Era una persona que vivía fuera de sí, con muchas cosas guardadas secretamente en su interior, incluso de sí misma. Sólo sabía que no estaba satisfecha, no con todos los breves vínculos que había experimentado a lo largo de su vida.

Aun así, no anhelaba compromiso alguno, no podía convencerse del concepto de amor eterno, no se atrevía a creer en un vínculo inquebrantable que podía unir a dos personas totalmente independientes. La sola idea de ello parecía un collar, incluso una soga, para su despreocupado espíritu. No podía, ni podría, dejarse atar de esa manera. Eso sería como quitarle importancia a lo que significaba ser ella.

"¿Reina?" Una voz amiga la hizo salir de su ensoñación, y Reina se sobresaltó del sonido de su propio nombre. Un par de ojos color chocolate miraron fijamente a los suyos, casi exactamente a su nivel visual.

Esta vez no tenía que dudar al recordar el nombre. Esta persona era alguien que tenía un marcador en su vida, alguien que era casi tan espíritu libre como ella, y probablemente, aún más obstinada.

"¡Ai-chan!" Su sonrisa fue sincera en esta ocasión, y se dejó arrastrar a si misma al ahora abierto elevador por su vieja amiga y senpai en la industria. En términos de altura y complexión ellas estaban a juego, así como en la reputación que cada una tenía en sus respectivas líneas. Nadie más podía igualar sus registros en cuanto a saltar de una relación a otra, si es que una sola noche fuera reconocida como una relación en primer lugar.

Takahashi Ai, actriz y modelo, era una pequeña belleza al igual que Reina. Y sin embargo las similitudes terminaban ahí. Reina había cultivado una orgullosa aura de intocabilidad parecida a la de los gatos, una presencia que exigía que se acercaran a ella... pero solamente en sus propios términos. Uno nunca sabía si iba a recibir un rasguño o una caricia con el hocico de este minino. Reina era simplemente así de impredecible.

Ai, por otro lado, emitía una intensidad que repelía y atraía. Algunos pensaban que era demasiado seria, pero quienes la conocían sabían que sólo lo era bajo algunas circunstancias. Ella era tranquila, y podría pasar por un lugar fácilmente sin llamar demasiado la atención, algo que Reina aun no era capaz de dominar. En pocas palabras, Ai podía mezclarse, Reina no podía y no quería. A ella le gustaba ser observada, y combinarse con lo que la rodeaba difícilmente podía contribuir a ello.

Sin embargo, ambas compartían la misma popularidad al atraer el mismo tipo de moscas en sus respectivas trampas. Diferentes cebos, pero ambos conseguían resultados. Reina atraía a la gente como la miel a las hormigas, para después escoger entre las muchas opciones, mientras que Ai elegía sus objetivos cuidadosamente con anterioridad, golpeándolos incluso antes de que se dieran cuenta de que habían sido completamente atrapados.

De cierto modo, eran como almas gemelas. Reina sentía que Ai era definitivamente una amiga, bueno, así era la mayor parte de las ocasiones. No habían dejado de experimentar entre ellas en ocasiones, sólo para ver lo bien que la otra lo hacía. Era un juego en donde se veían batallas ganadas, pero nunca se había decidido una guerra.

Hablando sinceramente, era una guerra que Reina nunca quiso decidir. Las cosas eran mucho más interesantes de esa manera.

"¿Quieres venir a mi apartamento? No tengo ganas de salir hoy." Invitó fácilmente Ai, con una sonrisa relajada en el rostro. Reina arqueó una ceja.

"¿A ninguna parte?" La mayor sonrío en respuesta.

"Estoy demasiado cansada." Ella se encogió de hombros en vano. "La última semana estuve totalmente saturada, así que creo que hoy merezco un descanso."

Reina entendió de inmediato. Su código personal nunca les fallaba. Reina sabía exactamente lo que la otra chica quería decir. Lo que no sabía, sin embargo, eran las intenciones exactas de Ai. No intentaría preguntar; descubrirlo era la mitad de la diversión.

"¿Y yo soy tú mejor opción para acompañarte?" Reina bromeó ligeramente, golpeando el costado de Ai con su codo juguetonamente. Ai rió entre dientes.

"Para nada, sólo es que tú vives cerca"

Eso era muy cierto. Sus apartamentos estaban a sólo unas pocas cuadras de distancia. Naturalmente, no lo habían planeado de esa forma, y estuvieron muy sorprendidas la primera vez que se encontraron en la tienda de conveniencia de la zona. Para el tamaño de Tokio, en verdad parecía ser un mundo pequeño.

"Awww, así que no soy tu primera opción después de todo..." Reina fingió un suspiro de decepción, viendo el destello de alegría en los ojos de la otra chica. En su juego habitual, sin mucho coqueteo pero al borde de ello en algún lugar, las dos chicas se divertían bromeando una con la otra.

"Por supuesto que no. Eres sólo alguien que entiende, eso es todo." Una sonrisa cómplice pasaba entre ellas, extrañamente reconfortante por los secretos compartidos. No tenían que fingir ser brillantes chicas de portada, ni siquiera cansadas celebridades. Podían ser solamente... ellas mismas. Eso era refrescante.

"Así que ¿Quién cocinará?" Preguntó ausentemente Reina cuando las puertas del elevador se abrieron en la planta baja. Ai reflexionó durante un momento antes de responder.

"Acabas de decir que tú lo harías" Una pausa, y luego Reina se quejó ruidosamente. Era a lo que jugaban. Quien hacía la primera pregunta tenía que responderla, y ya que fue esa pregunta en particular, eso significaba que Reina tenía que responderla...cocinando por sí misma.

Ai estaba sonriendo de oreja a oreja. "Descuidada, ¿no?"

"No cuentes con ello, Takahashi." Reina gruñó con fingida seriedad y ojos entrecerrados. Sin embargo, eso no ocultaba completamente la chispa del baile risueño entre ellas, y ambas lo sabían.

Continuaron bromeando alegremente mientras se dirigían a la casa de Ai, donde Reina, fiel a su palabra, cocinó... pero no sin antes conseguir ayuda de una no-muy-renuente Ai. Sorprendentemente, fueron realmente capaces de conseguirlo a través de todo el proceso sin muchos contratiempos, en medio de todas las bromas y de hacer el tonto en general.

Reina aun no había descubierto lo que Ai quería con ella esa noche. Una invitación a su apartamento podría ser cualquier cosa, desde sexo o simplemente ver TV. Algunas veces era difícil saber para qué exactamente estaba de humor la niña mayor.

La cena vino y se fue, y fue bastante cierto lo que Ai quería decir cuando dijo que quería descansar. Y eso fue lo que hizo, tenderse en su cómodo sofá como un tigre perezoso, con suave música de fondo y con las luces apagadas. Reina estaba acurrucada junto a ella, confortablemente abrazadas en amigable silencio.

No había incomodidad, ni la tensión sexual que precedía cualquier tipo de actividad lasciva. Simplemente tomaban la comodidad de su cercanía, no necesitaban decir nada más para reafirmarlo, ni siquiera lo ponían en duda. Simplemente era así. ¿Qué era lo que había ahí, una conexión o nada en absoluto? Eso no importaba. Sólo que eran ellas dos las que estaban ahí, en ese momento y en ese lugar.

El silenció fue roto por la persona que lo había iniciado en primer lugar, un débil murmullo que apenas alteró el equilibrio entre ellas.

"Lástima que no podemos hacer esto con frecuencia más adelante..." Aí reflexionó en voz alta, mientras que sus dedos jugaban distraídamente con los largos mechones negros de Reina. La respuesta de Reina fue como somnolienta, con sólo una pizca de curiosidad tocando sus palabras.

"¿Oh?"

"Gaki-san vendrá a la ciudad por trabajo. Ella se mudará conmigo" Pronunció descuidadamente, como si fuera simplemente otra pieza de información para ser asimilada y almacenada aparte, sin necesidad de una gran reacción. Algo extraño para alguien cuya novia vendría a vivir con ella. Uno esperaría que estuviera más emocionada.

"¿Oh? Eso es bueno, ¿no? Así podrás ver a tu novia todos los días~"

Reina dio la vuelta ligeramente, con el lado de su rostro presionando contra el pecho de Ai, situándose cómodamente ahí. Podía escuchar el latido constante de la mayor de esa manera. Eso era extrañamente tranquilizante para ella.

"Tal vez..." Sólo hubo un toque de duda en su voz, y Reina intento abrir un ojo y rodarlo perezosamente hacia arriba para contemplar a su amiga. La expresión de Ai se convirtió en distante y contemplativa.

"Me pregunto si me aburriré de esa forma..."

"Eres demasiado inconstante." Declaró Reina, bostezando ampliamente. No percibió ironía en sus palabras, o si lo hizo, no le importó. Ai imitó su gesto, mostrando incluso sus blancos dientes al hacerlo.

"Vamos a la cama. Estoy cansada."

Y así lo hicieron, con los brazos alrededor de la cintura de la otra, frotándose mutuamente como cariñosos gatitos. E hicieron un poco más que dormir, totalmente enredadas una con otra, como partes pérdidas de un rompecabezas.

Las manecillas del reloj seguían caminando, registrando cada momento de sus repetitivas vidas.

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