yo soy ai

Tomo-da-chi - Episodio 3

Clasificación: R-0

Nota de Autora: Pequeña tontería que empecé a escribir esperando al autobús. Es una locura de capitulo, así que si hay algo que no entienden, pregunten =) Como en el anterior, corto en una parte para que no se extienda demasiado. Ustedes cliqueen en "Read more" para Readear un poco more! 
¡Disfruten del episodio!
Estrellas invitadas: Seishun Bus Guide y Kikkawa Yuu (en nada debutará, así que quería meterla en el capitulo sí o sí)

Episodio Tres: Seishun Bus Guide

Eran las nueve y media de la mañana de un sábado cuando las chicas entraron en el Tomo-da-chi conversando alegremente mientras cargaban con unas maletas y mochilas.

- ¡Buenos días, Ai! – saludó Saki.
- ¡Buenos días, chicas! – saludó ella-. ¿Lo de siempre?
- Exacto – le contestó Chinami, dirigiéndose al sofá de siempre, dejando la maleta y la mochila en el suelo y sentándose en su sitio habitual.
- ¡Qué ganas tengo de ir de acampada! – exclamó Miyabi, frotando sus manos.
- Tenemos que darnos prisa, que el autobús turístico sale a las diez y media – recordó Maasa.
- ¡Buenos días, chicas! – saludó Maimi, acercándose sonriente a ellas-. Vaya, qué de maletas y mochilas, ¿os vais a algún sitio?
- Nos vamos de acampada al monte, a ver la lluvia de estrellas – contestó Saki.
- Vaya, eso suena genial, chicas – comentó Maimi, sorprendida, y luego volvió la vista a Yurina-. Wow, Kumai-chan, llevas una mochila enorme.
- Sí; es que llevo mi cámara y todos los objetivos, para sacar fotos a las estrellas.
- Ya veo – sonrió Maimi, y miró a Maasa-. Wow, Maa-chan, no sabía que tocaras la guitarra.
- Pues sí; me llevo la guitarra para ver si compongo algo. Estoy buscando nuevos registros para mi música.
- Me dejas a cuadros, Maa-chan – dijo Maimi. Momoko chasqueó los dedos para llamar la atención de la camarera, sonriente.
- ¡Yo llevo esto! – exclamó Momoko, sacando de su bolsillo unas gafas de “culo de vaso”, y poniéndoselas. Todas se rieron.
- ¿Y por qué traes esto? – preguntó Miyabi, con el ceño fruncido.
- ¡Porque le da un toque cómico! – contestó Momoko, quitándose las gafas y volviéndolas a guardar.
- Maimi ¿tú no quieres venir? – preguntó Risako, alzando sus cejas-. Podemos compartir tienda de campaña, e incluso saco de dormir. Con un poco de suerte, tal vez ni necesites ropa – le guiñó un ojo, y Miyabi le golpeó la nuca-. ¡Ay! Eso ha dolido.
- ¡No ligues con la camarera y te caerán más como esos! – la regañó.
- Eh… Eso fue una “amable” propuesta, Risako, pero este fin de semana me toca trabajar. Disfrutad de vuestra acampada.
- ¡Gracias! – dijeron todas a la vez. Maimi se fue a la barra y segundos después llegó Ai.
- ¡Grand café noir para todas! – exclamó Ai, dejando la bandeja sobre la mesilla.
- Gracias, Ai-chan – le sonrió Saki.
- No hay de qué – dijo Ai, guiñándole un ojo y volviendo a la barra.
- ¡Hey, chicas! – exclamó Eri, acercándose a ellas con un montón de bolsas en las manos-. ¡Os traigo unas cosas de mi visita a la fábrica de uniformes masculinos! Adivinad qué os traigo.
- No sé, ¿uniformes masculinos, tal vez? – rió Maasa.
- ¡Din, din, din! Premio para la señorita – sonrió Eri, entregando una bolsa a cada una.
- Waa, son unos uniformes impresionantes – comentó Momoko.
- ¡Quiero probármelo! – exclamó Yurina, dirigiéndose al baño para cambiarse de ropa.
- ¡Yo también! – dijo Miyabi, corriendo tras Yurina.
- Muchas gracias, Eri – sonrió Saki, y luego se volvió a las chicas-. Hey ¿por qué no vamos a la acampada con el uniforme masculino puesto?
- ¡Sí, sería divertido! – contestó Maasa. Eri, satisfecha con la reacción de sus compañeras, se fue a la despensa a hacer lo que Ai le había pedido que hiciera.
- Vale, esperadme aquí, que voy a pagar los cafés – dijo Chinami, levantándose del sofá y acercándose a la barra.
- ¿Te cobro los cafés? – preguntó Ai.
- Sí, por favor – dijo Chinami. Ai se acercó a la caja y calculó el precio de la consumición.
- Así que os vais de acampada ¿eh? – comentó Ai, dándole la cuenta a Chinami.
- Sí; vamos a ver la lluvia de estrellas desde un monte – respondió Chinami, sacando el dinero de su cartera.
- Eso es genial – sonrió Ai, cogiendo el dinero de la mano de Chinami-. Pero, por favor, cuida bien de Momoko; seguro que con esas gafas acaba cayéndose colina abajo.
- Tranquila, lo haré – rió Chinami-. ¡Nos vemos!
- ¡Espera, te olvidas el cambio! – exclamó Ai, mientras Chinami se alejaba.
- Quédate con el cambio – le contestó Chinami, sonriéndole alegremente. En otra ocasión no habría dejado semejante propina, pero hoy se sentía extrañamente feliz y no le importaba. Volvió hacia el sofá, donde se encontró a unas muy masculinamente vestidas Yurina y Miyabi. Saki, Maasa y Risako estaban en el baño, cambiándose de ropa. Momoko llevaba puestas sus gafas, y al notar que Chinami se sentaba a su lado, le preguntó.
- Ey, Chinami, ¿crees que estoy sexy con las gafas?
- ¿Sinceramente? – le preguntó Chinami. Momoko asintió.
- No – contestaron tanto Miyabi como Chinami.
- No entendéis el humor Momoniense – dijo Momoko, hinchando sus mejillas y cruzándose de brazos.
- ¡Ya están aquí los chicos! – exclamó Saki, saliendo del baño con el uniforme de chico puesto, seguida por Risako y Maasa-. Os presento a mis amigos: Maa-taro y Rii-taro. Yo soy… Yuri Chinen.
- No insistas, Saki-chan, no te pareces al crio ese de Hey! Say! JUMP – rió Chinami.
- Bueno, sólo quedáis vosotras dos – dijo Risako, señalando a Chinami y a Momoko.
- ¡Vale! ¡Allá vamos! –exclamó Momoko, apresurándose al baño. Como llevaba las gafas, se dio un golpe contra el marco de la puerta, y Chinami tuvo que ir a ayudarla.
- ¡Quítate esas gafas! – le ordenó Chinami.
- ¡Nunca! ¡No renunciaré al humor Momoniense! – dijo Momoko, volviendo a golpearse contra el marco de la puerta unas dos veces más, sorprendentemente por accidente.
- Sólo Momoko tropieza con la misma piedra tres veces – rió Maasa.
- En este caso, con el mismo marco de puerta – corrigió Yurina.
- ¡Vamos, quítate eso! – le dijo Ai, quitándole las gafas de un tirón. Momoko se quedó impactada, pues no sabía de dónde había salido Ai-. Te acabarás haciendo daño.
- ¿Más del que se ha hecho hasta ahora? – rió Risako.
- Ve a cambiarte – le ordenó Ai a Momoko con una sonrisa, y luego se volvió a Chinami y le dio las gafas-. Cuídalas bien y no dejes que Momoko las encuentre.
- Eso está hecho – sonrió Chinami-. Bueno, voy a cambiarme.

Chinami y Momoko entraron en el baño y Ai volvió a la barra. Una vez hubieron salido del baño, se encaminaron felizmente a la estación de autobuses, donde les esperaba un autobús turístico hacia el monte especialmente reservado para ellas. Dejaron las maletas en el maletero del autobús y subieron.




-¡Yo me siento con Rii-chan! – exclamó Momoko, agarrando a Risako del brazo y llevándola a la primera fila de asientos.
- ¡Miyabi! – lloriqueó Risako, que quería sentarse junto a Miyabi y no al lado de la humorista Momoniense. Miyabi le sonrió y se sentó en la fila de asientos de al lado.
- ¿Te sientas conmigo? – le preguntó Maasa a Chinami. Ésta asintió y se sentaron en la fila que estaba detrás de la de Momo y Rii.
- ¡Ventana, ventana, ventana! – exclamó Yurina, llevando la bolsa de su cámara y sentándose al lado de la ventana en la última fila de la derecha.
- Lo siento si hacemos mucho ruido – le dijo Saki al conductor.
- No te preocupes; no todos los días tengo el placer de ver a unas chicas lindas con uniformes de chicos – rió el conductor. Saki asintió y se sentó junto a la ventana de la fila que estaba entre donde estaba Yurina y donde estaba Miyabi.
- ¡Marginadas! – rió Maasa, señalando a las chicas de la fila de al lado.
- Mejor solas que mal acompañadas – bromeó Yurina.
- ¡Hey! ¿Qué quieres decir con eso? – exclamó Chinami, fingiendo indignación. Todas se rieron.
- Me parece que me voy a dormir durante el tour – dijo Risako-. Estoy agotada.
- No lo hagas, que Yurina te sacará fotos con su súper cámara – rió Saki. Yurina, fingiendo estar ofendida, sacó su cámara y “atacó” con flashes a Saki.
- ¡Posa para mí, Saki, posa para mi súper cámara! – rió Yurina.
- ¡Déjame! ¡Das miedo! – exclamó Saki, riendo a carcajadas y evitando la cámara. Yurina sonrió y dejó la cámara a un lado.
- ¡Yo también tengo una cámara! – dijo Momoko, sacando de su mochila una cámara de juguete. Todas se echaron a reír.
- No digas más; eso es parte de tu humor momoniense ¿verdad? – dijo Miyabi, tratando de no reírse mientras lo decía.
- Lo es, lo es – sonrió Momoko-. ¿Veis? Estáis empezando a entender mi sentido del humor.
- En realidad, seguimos sin entenderlo – murmuró Maasa. Chinami la miró y se rió.
- Qué ganas de llegar al campo… No sé por qué contrataríamos un guía turística – se quejó Risako, cruzándose de brazos-. Seguro que es un tipo feo con canas, como el de nuestro viaje a Kyoto.
- ¡Ah, me acuerdo de eso! – exclamó Chinami-. Era el tipo que escupía al hablar ¿verdad?
- Sí, y a la pobre Kumai-chan le caían todos los escupitajos – rió Miyabi.
- ¡No me lo recuerdes! – pidió Yurina-. Pasé una semana entera lavándome la cara.

Todas se echaron a reír ante el comentario de Yurina. De pronto, algo hizo que todas dejaran de reír. Una mujer, aparentemente joven, vestida con ropa de azafata, entró en el autobús y compartió una mirada con el conductor. Tomando un micrófono, anunció:
- Berryz Koubou, soy su guía de autobús. ¡Comencemos!
Siguieron en silencio mientras el autobús cerraba su puerta y comenzaba a arrancar. Momoko, que todavía tenía la cámara en la mano, parecía especialmente emocionada. El resto sólo parecían impactadas. El autobús comenzó a moverse y la guía se agarró a una barra que había cerca de allí. Momoko le sacó una foto con su cámara de juguete. Todas se echaron a reír, incluida la guía.
-Bueno, ahora pasaremos por el templo de…
- Es bellísima – murmuró Risako mientras la guía seguía hablando-. Tengo que ligármela sea como sea.
- …donde haremos una pequeña parada para comer y luego…
- Risako, si te crees que te la vas a ligar lo llevas claro – le susurró mientras observaba con atención cada gesto que hacía la guía al hablar.
- Está claro que yo tengo más atractivo – sonrió Chinami, acercándose a Miyabi mientras ponía su mano a un lado de su labio.
- …para finalmente terminar en su destino: el monte Sanpo-yama – terminó-. Disfruten del trayecto.

Dicho esto, caminó entre las filas y se situó entre el asiento de Chinami y el de Yurina. Todas observaron cómo caminaba entre ellas, prácticamente babeando.
-¡Es para mí! – exclamó de pronto Momoko, para luego cubrirse la boca con las manos. Todas se volvieron a verla, incluso la guía.
- ¿Se encuentra bien? – preguntó la guía.
- No se preocupe; a Momoko le dan ataques de este tipo. Suele decir cosas sin sentido cada dos por tres, pero no es nada grave – dijo Chinami, sonriendo maliciosamente. Momoko le dedicó una mirada asesina y se cruzó de brazos.
- Hey, bus guido, ¿podemos tomarnos una foto juntas? – preguntó Miyabi, sacando su cámara.
- Claro, ¿por qué no? – sonrió ella, agachándose un poco para que las dos aparecieran en la foto. Risako y Momoko se asomaron un poco para salir en la foto también, pero se asomaron tanto que ambas cayeron sobre la guía.
- ¡Ay! – se quejó la guía, pasando su mano por su nuca. Risako y Momoko se levantaron rápidamente y se disculparon de todas las maneras posibles.
- ¡Lo siento, de verdad! – exclamó Risako.
- Yo no quería caer sobre usted, estábamos…
- Por favor, siéntense y pónganse los cinturones – dijo la guía, sin perder su sonrisa, mientras se levantaba del suelo.
- Siento lo que han hecho mis amigas – dijo Miyabi-. Pero igualmente, usted ha salido muy linda en la foto.
- ¿En serio? Gracias – sonrió ella, situándose de nuevo entre los asientos de Chinami y de Yurina. Miró a Chinami y frunció un poco el ceño-. Tú eres de verdad un chico ¿no?
- Me temo que no – contestó Chinami. Las demás trataban de no reírse, aunque era muy difícil-, pero puedo ser todo aquello que tú quieras.
- Eh… vale – murmuró la guía, empezando a sentirse un tanto incómoda con la situación. Chinami comenzó a arreglarse el cabello con las manos.
- No es por presumir, pero, trabajo en una importante empresa de moda, y he de decirte que estamos en búsqueda de modelos, si te intere…
- Lo siento, pero me siento muy cómoda con este trabajo – cortó la guía, caminando al frente del autobús, tratando de alejarse como fuera de Chinami-. Bueno, eh, si miran a su derecha verán al fondo la conocida Tokyo Tower.
- ¡Wa, es verdad! Usted tiene muy buen ojo, señorita – dijo Saki, sonriente.
- Lástima que yo no lo tenga – dijo Momoko, que había sacado quién sabe de dónde otras lentes de estilo Momoniense, y miraba ahora a la guía. Las chicas se echaron a reír.
- Por favor, Momoko, no asustes a nuestra guía – dijo Maasa.
- Gracias por decirlo – sonrió la guía, guiñándole un ojo a Maasa, que se quedó boquiabierta. La guía soltó una carcajada tonta y se cubrió la cara. Nadie pareció haber notado el guiño, salvo Yurina, que empezaba a consumirse en los celos.
- ¿Sabes? Soy una gran fotógrafa. Ahora mismo trabajo en una fábrica de peluches amorosos porque no sale trabajo de lo mío, pero bueno, eso no es lo que quería decirte, lo que quería decir era que… - comenzó Yurina, tratando de llamar la atención de la guía como fuera.
- ¿Sabes? No me interesa – sonrió la guía, amablemente-. Y si miráis a vuestra izquierda, veréis que…
- Uju, uju, uju – tosía Miyabi, de pronto. La guía, frunciendo el ceño, se acercó a la chica.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó.
- Esto… me encuentro algo… enferma – dijo Miyabi, fingiendo estar muy débil.
- ¿Qué te ocurre? ¿Estás mareada? ¿Te duele la garganta? ¿Es un resfriado? ¿Tienes fiebre? – preguntó.
- Creo que… un poco de todo – murmuró Miyabi, llevándose la mano al estómago-. ¿Qué me recomienda?
- Toma esta pastilla – dijo, abriendo la boca a Miyabi a la fuerza y haciéndole tragar la pastilla-. Y a la siguiente vez que se te ocurra fingir una enfermedad, hazlo mejor.
- ¿Qué me has dado? – preguntó Miyabi, preocupada.
- Laxante – contestó secamente-. Ahora, si miran a su derecha, verán una estatua de…
- ¿¡Laxante!? ¿Está usted loca? – exclamó Miyabi-. Pero ¿cómo?
- Era broma – sonrió la guía-. ¿Cómo iba a darte un laxante? Era un caramelo de menta.
- Uff, me quita usted un peso de encima… nunca mejor dicho – comentó Miyabi. La guía rió y se sentó en el asiento que había cerca del conductor.
- Estáis actuando como estúpidas – dijo Saki, cruzándose de brazos.
- Perdona, Saki, pero tú también has babeado algo al verla, que lo he visto – rió Yurina.
- Ya, pero yo todavía no dije nada estúpido – señaló Saki.
- ¿Perdona? Entonces ¿qué fue lo de “Usted tiene muy buen ojo, señorita”? – bromeó Miyabi, volviendo la vista a Saki.
- Y todas te hemos visto cómo mirabas a la guía con celos cuando hablaba con Miya – dijo Maasa.
- Niñas locas vestidas de chicos… pero no me caen del todo mal – rió la guía en silencio.

El conductor las dejó frente al templo, que no estaba muy lejos de allí, e hicieron una pequeña visita guiada. La guía fue diciéndoles qué simbolizaba cada cosa, pero ninguna prestaba atención a lo que decía, si no a su belleza.
-Guía ¿no te parece que este templo tiene algo… mágico? – dijo Risako, acercándose a ella y poniendo su brazo tras la espalda de la guía.
- Eh, seguramente sí – contestó, apartándose rápidamente de Risako y prosiguiendo su explicación.
- Hey, ¿podemos tomarnos una foto allí? – preguntó Yurina, sacando la cámara y el trípode de su mochila.
- Claro – dijo la guía, dirigiéndose a la entrada del templo-. Déjeme la cámara, que ya les tomo yo la foto.
- No, prefiero que usted también salga en la foto – dijo Yurina, colocando la cámara en el trípode y colocando el trípode a la debida altura. Esto le llevó por lo menos unos diez minutos, lo cual hizo que la paciencia de las presentes, y sobretodo la paciencia de la guía, fuera disminuyendo. Una vez estuvo puesto, le dio al botón para sacar la foto y corrió hacia donde estaban las demás, y se situó entre Saki y Maasa, con tan mala suerte que tropezó y cayó sobre la guía. Se sonrojó completamente y trató de levantarse, pero por alguna razón era incapaz de moverse.
- ¡Lo siento! – exclamó, totalmente avergonzada. La guía no le dirigió ni una mirada. Justo en ese momento, salió el flash y se tomó la foto. Las demás intentaban no reírse, pero era imposible. La situación era muy graciosa. La guía se levantó, tirando a Yurina al suelo, y se sacudió el uniforme.
- Hagamos un descanso. Yo iré a tomar una infusión, a ver si me calmo. Ustedes sigan mirando el templo y volveremos al autobús cuando hayan terminado.
La guía se fue y las chicas se quedaron tristes y decepcionadas.
-¡La culpa es tuya, Kumai-chan! – se quejó Momoko-. Por tu culpa se nos enfadó.
- Se habría enfadado igualmente – comentó Yurina-. Vosotras no paráis de hacer el idiota.
- Pero ninguna de nosotras, aparte de Momoko y Risako, se ha caído sobre la guía – señaló Maasa.
- Tiempo al tiempo, Maasa, todo a su tiempo – rió Chinami.
- Voy al baño – dijo Miyabi en un tono sospechoso, que aparentemente sólo Risako había notado. Siguió a Miyabi con la mirada mientras se alejaba y vio que estaba yendo en la dirección equivocada.
- Yo también – dijo Risako, siguiendo a Miyabi, que ahora se encontraba junto a la guía, que tomaba su infusión en un termo.
- Esto… siento mucho que… - comenzó Miyabi tímidamente, pero se detuvo al ver que Risako también estaba allí.
- Lo que mi compañera quiere decir es que sentimos en el alma lo que ha pasado – dijo Risako.
- Sí, todas lo sentimos – dijo Maasa, apareciendo de la nada junto a todas las demás, para la sorpresa de Risako y Miyabi.
- Sobretodo yo – dijo Yurina. La guía sonrió y dejó su infusión a un lado.
- Estáis perdonabas. Volvamos al autobús – dijo la guía felizmente, dirigiéndose al autobús.
- Ha sido una visita muy corta ¿no crees? – murmuró Saki a Miyabi.
- ¿Acaso te interesaba el templo? – preguntó Miyabi.
- No mucho, la verdad.
- Pues entonces, no sé por qué te quejas – rió ella, entrando en el autobús detrás de la guía.

Volvieron a sentarse en los asientos de antes y esperaron pacientemente a que el autobús volviera a arrancar. Ahora sabían que no podían hacer nada mal, porque el mínimo error que cometieran podía suponer la desesperación de la guía.
- Bueno, si miran a su derecha, podrán ver la figura que antes les comentaba y… ¡Wa! – exclamó la guía, cayéndose hacia delante. Todas se levantaron para ayudarla, pero no consiguieron ayudar mucho. Miyabi, sin quererlo, para evitar que se cayera puso su mano en el trasero de la señorita, que se sonrojó al instante. Miyabi también se sonrojó, pero no apartó su mano. Parecía que algo la impulsaba a mantenerla donde estaba.
- Miya… quita tu mano de ahí – le dijo Saki a Miya, que todavía no reaccionaba.
- ¡Lo siento! – exclamó, apartando su mano rápidamente.
- Tú… - dijo la guía, dedicando una mirada asesina a Miyabi. Ésta tragó saliva y esperó lo peor con los ojos cerrados, pero entonces...- Ja, jaja, ja, jaja, ja, ja.
- ¿Ein? – murmuró Miyabi, abriendo los ojos para encontrase con una mujer con una enorme sonrisa, que daban bastantes escalofríos.
- Esto no está pasando, ja, jaja, ja, jaja, ja – decía-. Es una locura. Seguro que es un sueño, ja, jaja, ja, jaja. Unas crías raras vestidas con uniformes de chicos que no hacen más que acosarme, ja, jaja, ja, jaja, ja. Y entre ellas, una mujer con gafas redondas y una que dice trabajar en el sector de la moda, ja, jaja, ja, jaja. Esto es de locos, jaja, ja. Seguro que estoy soñando – dicho esto, se pellizcó, pero al ver que seguía allí, dejó de reír y se pellizcó con más fuerza-. Pero ¿qué? ¿No estoy soñando? – se preguntó.
- Etto… guía ¿quiere jugar a las cartas? – le preguntó Chinami, sacando unas cartas de color rosa.
- ¿Sabes qué quiero hacer ahora? – preguntó la guía, con una sonrisa que daba bastante miedo-. ¿Sabes lo que realmente quiero hacer? Ja, jaja, ja, jaja, ja, jaja – rió ella, cogiéndose el estómago-. ¡BAILAR!
Todas se quedaron sorprendidas con el cambio repentino de su guía, que sin razón alguna bailaba de un lado a otro del autobús.
-¡Miradme! ¡Soy una AKB48! – exclamaba, bailando de un sitio a otro.
- Ésas no bailan muy bien – comentó Maasa en voz baja. Chinami la miró y le dio una bofetada.
- No vuelvas a decirlo en mi presencia – dijo.
- Ja, jaja, ja, jaja, ja, jaja – reía la guía, bailando sobre uno de los asientos del fondo del autobús-. ¡Ey, mirad! Si miran a su derecha, verán el planeta Júpiter.
- ¿Cómo? – preguntaron todas, frunciendo el ceño la mayoría de ellas, salvo Momoko, que miraba emocionada por la ventana.
- ¡Ja, jaja, ja, jaja! – reía ella, sujetándose el estómago. El conductor parecía entretenido con la escena-. Pero ¿es que no lo veis? ¡Ahí está! Ja, jaja, ja. ¡Estamos en el espacio! ¡Como con el autobús mágico!
- ¿Alguien sabe a qué se refiere? – preguntó Miyabi, asustada.
- Ni idea – dijo Saki, mirando por la ventana, tratando de no prestar más atención, porque cuanto más la miraba más asustada se sentía.
- ¡Ja, jaja, ja, jaja! – reía, desplomándose en el suelo para reír más. El conductor detuvo el autobús en un semáforo y la guía, cogiendo su micrófono, informó.
- Me parece que mi trabajo como guía ha terminado. Así que, aquí os pudráis. ¡Adiós! – dijo. El conductor abrió la puerta del autobús y la guía bajó, dejando a unas muy sorprendidas Berryz Koubou. El conductor soltó una carcajada y cerró la puerta.
- No os preocupéis. Hace esto cada semana – sonrió el conductor-. ¿Conocen ustedes a Sayumi Michishige? Es de por aquí. Acabáis de estar con su novia, Miki Fugimoto, que también está como una maldita cabra.
- ¿Esa era la novia de Sayumi? – preguntó Yurina, soprendida-. Nosotras no llegamos a verla en persona, pero, vaya, el mundo es un pañuelo.
- Y tanto – dijo Momoko-. Y pensar que me he sentido atraída por la novia de una mujer que se colgó de mi lámpara.
- Bueno, no se preocupen más por ella. No sé por qué todavía no la despidieron – comentó el conductor-. Disfrutad del paisaje de camino a Sanpo-yama. Llegaremos en un momento.
- ¡Gracias! – exclamó Saki, sonriente.

El resto del viaje pasó tranquilamente. Risako se durmió, tal y como quería haberlo hecho, y Yurina sacó fotos al paísaje que veía por la ventana. Saki se puso a escribir en su blog con su portátil y Maasa sacó su guitarra y comenzó a tocar unos acordes y a apuntar unas cosas en un cuaderno.

- - -

- Maimi, sirve a esa mesa de allí – ordenó Ai. En ese momento, unas muy sonrientes Berryz Koubou entraron por la puerta, cargando con mochilas y maletas-. ¡Vaya, buenos días! ¿Acabáis de volver de vuestra acampada?
- Así es – contestó Saki-. ¿Nos pones lo de siempre?
- ¡Claro! Y me tenéis que contar todo ¿eh? – dijo Ai, sonriente, yendo a preparar los cafés. Las chicas se sentaron en sus asientos de siempre y dejaron sus cosas en el suelo.
- Estoy agotada – comentó Risako.
- La verdad es que ha sido un viaje agotador, sí – dijo Yurina-. Pero bueno, al menos ¡he sacado bastantes fotos!
- Pero sigues estando soltera – señaló Momoko, sin ánimo de ofenderla. Yurina miró hacia otro lado y suspiró.
- ¡Wow, buenos días, chicas! – dijo Maimi, sorprendida por verlas-. ¿Qué tal ha estado la acampada?
- Muy pero que muy bien – sonrió Maasa-. He compuesto una canción para explicar todo lo que pasó ¿quieres oírla?
- ¡Claro! – exclamó Maimi. Maasa cogió la funda de su guitarra y la abrió para sacar su reluciente Fender Sonoran de color azul. Se levantó del sofá y, llamando la atención de todos los presentes, se puso a tocar la guitarra.

-Bueno, chicos, esto es una canción a la que llamo Seishun Bus Guide – informó, antes de empezar a cantar.

“Hoy vamos de acampada y Saki ha contratado
A una guía para que nos cuente qué hay
Seishun Bus Guide, nos pareciste preciosa,
Pero luego nos sorprendió lo mal que estabas de la cabeza”

Todas se echaron a reír y Maasa hizo un solo de guitarra bastante decente.

“Risako soñaba con poder ligar con ella
Pero como siempre no lo consiguió.
Aunque se crea una seductora, no lo es,
Pues sobre ella se cayó.

Y Miyabi fingió estar enferma
Para llamar su atención,
Pero la guía psicópata, una pastilla le metió
Con mala intención.”

Todas miraron a Risako y a Miyabi, que estaban sonrojadas, y rieron descontroladamente

“Hicimos una parada en un templo
Y nadie parecía hacerle caso,
Y otra vez Risako intentó ligar con ella,
Pero ella se alejó unos pasos, WOW!

Pero cuidado, que Yurina,
No se quedó atrás,
Pues cayó sobre la guía
Cuando fue una foto a tomar”

En esta ocasión, incluso Yurina soltó una carcajada.

“Y volvimos al autobús,
Y la guía encantadora,
Resultó que estaba muy loca.
Seishun Bus Guide, era la novia de Sayumi.

Y pensar que todas queríamos con ella ligar…”

Maasa hizo otro solo de guitarra y luego continuó.

“Pero bueno, la acampada, no fue del todo mal.
Aunque Momoko nos contara chistes Momonienses
Y se pusiera cada dos por tres sus gafas.

Ai-chan tenía razón, como siempre la tiene.
Momoko acabó cayendo colina abajo
Y nadie la rescató~”

Todas rieron y aplaudieron a Maasa, que con ese verso terminaba por completo su canción. Ai no podía parar de reír, al igual que Eri y Maimi.
- ¿Realmente os pasó eso? – preguntó Eri, sin poder creerlo.
- Pues sí – rió Maasa.
- Suena muy divertido – rió Maimi-. Me gustaría viajar con vosotras.
- Yo te lo propuse, pero tú no quisiste – le recordó Risako.
- ¿Tal vez porque se lo pediste con dobles intenciones? – preguntó Miyabi, volviendo a golpearle la nuca a Risako.
- ¡Au! Qué manía con golpearme la nuca – dijo, frotándose la zona donde le había golpeado Miyabi. Todas rieron.
- Esto es lo que en humor Momoniense se llama… ¡Un final para Momomomomomomomomorise de risa! – dijo Momoko, poniéndose de nuevo las gafas. Todas rieron y Chinami le quitó las gafas.
- ¿De dónde sacas tantas gafas? ¡Te he quitado cinco!
- ¡Eso es un secreto! – exclamó Momoko, sonriendo.
- Perdonad – dijo una chica, acercándose a ellas-, pero me pareces un chico monísimo – dijo ella, dirigiéndose a Chinami-. Es que ha sido verte, aquí, rodeado de tus amigos y me has… no sé, como que ha sido un flechazo.
- Esto… - Chinami trató de decirle que era una chica con uniforme de chico, pero ella prosiguió.
- Me llamo Kikkawa Yuu, y voy al mismo colegio que tú; los chicos de mi colegio tienen el mismo uniforme – informó ella-. ¿Cómo es que no te he visto nunca?
- Esto…
- ¡Ah! Claro, seguramente seas de un curso superior, por eso no te he visto nunca…
- Perdona, chica, pero déjame que te dedique unas líneas de una canción que acabo de componer – dijo Maasa, volviéndose a levantar y cogiendo su guitarra. Comenzó a tocar y a cantar-. ¡CHINAMI NO ES UN HOMBRE! ¡CHINAMI ES UNA MUJER! Así que no te hagas ilusiones porque nada vais a tener. Lalalalala,lalalalala. Yeah.

La chica se sonrojó y se rascó la parte de atrás de la cabeza.
- Ya decía… yo que… el uniforme… y la voz… bueno que… Da igual. ¡Nos vemos!
- ¡Nos vemos! – se despidió Chinami, sacudiendo su mano. Todas volvieron la vista a Maasa, que seguía tocando la guitarra.
- Has sido muy borde – dijo Momoko.
- No entendéis el humor Maaniense.

Todas se echaron a reír incontroladamente, apuntando esta a otra de sus millones de aventuras. 


2 comentarios:

kuri dijo...

xDD
k capitulo tan genial
cada ves me gusta mas este fic
el humor momoniense XD
y miki k era la guia jajaja

Gab98 dijo...

hahahaha la cancion XD momo el mejor personaje siempre!!! y miyabi i luv you!!! continuaaa sisisisis

PD: que miedo con Miki XD

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